Epistolario

Con los ojos abiertos: carta a Amparo Dávila

18 de abril de 2020

Doña Amparo, le escribo desde la distancia. Hoy es un día triste del mes –no del abril de Machado, sino más bien del de Eliot. Mis líneas son un hilo desgajado entre agujas rectoras que se dejan conducir sin firmeza. Abro los ojos y hoy el cielo está obnubilante por muchas razones: algo se ha quebrado en alguna parte.  

Hace no mucho tiempo la conocí y sé que me siguió porque su gato –el peluso café de ojos cristalinos– se apareció en mi calle durante algunas noches. Entonces supe que a lo mejor algún ente taciturno vendría a buscar mi aldaba para encontrarme. Recuerdo apenas una carta que Julito le envió en el 59 y hago mi apunte mentalizado: sus relatos preferidos eran “Moisés y Gaspar”, “La celda” y “El espejo”. Recuerdo que el señorito Florecio le hablaba de “Árboles petrificados” como un poema y le expresaba cómo encontraba en su letra una fragancia secreta de Pieyre de Mandiargues. Le confieso que a mí me hubiese gustado que Julito mencionara algo de sus salmos o de la cordura o de sus personajes femeninos, pero reconozco en esas líneas la exclusividad y la intimidad epistolar a la que sólo usted y él tenían acceso. Me quedo con el tintineo que los unía, entre sus cuentos –espacio único para los juegos de la luz– y entre sus gatos.

Como si mi memoria quisiera colgar todos los cuadros hasta agotar todos mis muros, hoy, que suena la lluvia afuera y que hay tanta agua repitiendo lo mismo, la imagino niña, viendo pasar las caravanas de Pinos en medio de la insolación y entregada a la curiosidad frente al escritorio de Alfonso Reyes; la pienso joven en tantas fotos donde –perdón por el atrevimiento– pero era una mujer guapísima; la recuerdo hoy con la sonrisa que sostenía la lupa detrás de cada libro. A lo mejor hay en mi muro un último cuadro que hizo Doré para usted, pensando con su buril en “El desayuno” o en “El huésped”. Y qué alucinante resulta ver todo desde lejos.

También en mi memoria, el pasadizo al contexto mediato: en La Valenciana muchos aprendimos a abrazarla gracias a la pasión que nos transmite Gaby Trejo. Doña Amparo, tiene en sus páginas a muchos jóvenes que –cautivados por su alta cocina– se dejan deslumbrar inocente y perversamente desde este rinconcito de Guanajuato. Hace poco recibió algunas noticias de este lado del Bajío, noticias que juntos celebraremos cuando vengan tiempos mejores. Hoy muchos la sentimos apoyada en la luz de nuestra lámpara de noche.

Le mando con cariño esta carta. A lo mejor se encuentra en ese lugar edénicamente misterioso. A lo mejor llega al ex Convento de San Francisco, desde donde mentalmente, con los ojos abiertos, le escribo.

Mariana del Vergel

Archivo de El Sol de Zacatecas


Mariana del Vergel
(Aguascalientes, 1998) Egresada de la carrera de Letras Españolas por la Universidad de Guanajuato. Fundadora del Encuentro Nacional de Revistas Literarias (ENAREL) y coordinadora del primer Encuentro Nacional de Mujeres Poetas Jóvenes. Ha publicado sus poemas y ensayos en diversas revistas literarias como Punto de Partida, Revista Feminismo/s, Campos de Plumas y en Liberoamerica. Obtuvo la beca para el Curso de Creación Literaria para Jóvenes de la Fundación para las Letras Mexicanas en 2021. Actualmente es becaria del Programa de Estímulo a la Creación y Desarrollo Artístico de Guanajuato 2021. Es directora editorial de la revista de creación y crítica literaria Los Demonios y los Días.

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